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Si me amáis, guardad mis mandamientos.

Foto del escritor: Hna. Kelly Andrea Villegas.Hna. Kelly Andrea Villegas.

Cuando leemos la sagrada escritura y encontramos expresiones como esta, es imposible no meditar en la manera en cómo nosotros amamos a nuestro Dios.

Jesús les está diciendo a sus discípulos, si verdaderamente ustedes me aman, si es real su amor por mí, entonces guarden mis mandamientos; la palabra guardar lleva implícita la acción de obedecer, para nosotros como creyentes es indispensable cumplir las ordenanzas del Señor, el amor y la obediencia están íntimamente relacionadas y no las podemos desligar, por tanto, si decimos que amamos al Señor pero no le obedecemos, nuestro amor no es verdadero, porque el amor se demuestra con hechos, el mismo Cristo lo hizo así, pues despojándose a sí mismo, se humilló hasta lo sumo para entregarse, y morir por nosotros, cargando sobre sí toda nuestra maldad; fue un amor demostrativo y hasta el día de hoy lo es, en consecuencia, como sus hijos, como sus seguidores, debemos también evidenciarlo y, ¿cómo lo vamos a hacer? a través de la obediencia.


Amar es guardar la Palabra de Dios.

El Señor dice en Juan 14:23-24

El que me ama, mi palabra guardará; y mi padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.
El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del padre que me envió.

Cristo estaba demandando a sus discípulos que acataran todo lo que habían oído de su boca, pues sus palabras venían directamente del Padre Celestial y estas los llevarían a la vida eterna.


Es ilógico que nosotros digamos que amamos a Dios y no hagamos lo que él nos pide; citaré algunos estatutos que el Señor nos dejó; por ejemplo, un fariseo intérprete de la ley le preguntó a Jesús con la intención de tentarle acerca de cuál era el gran mandamiento, a lo que el Señor le respondió,

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mateo 22:37-38).

Los fariseos se jactaban de conocer la ley pero no la vivían, no amaban genuinamente al Dios que la había dado.

Dos ordenanzas hay aquí: amar a Dios con todo nuestro ser, y amar al prójimo como a nosotros mismos, la pregunta es, ¿Los estamos cumpliendo? ¿ Acaso somos nosotros como los fariseos?.


En el mundo es normal escuchar personas que dicen amar a Dios, pero tienen expresiones de odio hacia alguien, esto no es amor, si así hacemos somos mentirosos, debemos volcar todas nuestras fuerzas en traerle gloria a Dios y honrarle.

Otra instrucción dada es cuando Jesús nos ordena;

id por todo el mundo y predicad el evangelio (Marcos 16:15),

¿lo estamos haciendo?.


Más adelante les mostraré otros pasajes.


Por eso debemos preguntarnos,

¿ En verdad nuestra profesión de fe es consecuente con nuestros actos? de ahí a que el texto bíblico diga que el nombre de Dios es blasfemado por causa de vosotros (Romanos 2:24), porque muchos decimos ser seguidores de Jesús, pero nuestra vida es contraria a lo que decimos, el mismo Señor le censuraba a los judíos esto, porque se apoyaban en la ley y se gloriaban en Dios, conocían su voluntad y creían aprobar lo mejor, pero, no la cumplían y lo deshonraban, no eran capaces de enseñarse a sí mismos la ley, por eso el Señor les decía, este pueblo de labios me honra; más su corazón está lejos de mí (Mateo 15:8-9).


Amados, no es decir de boca Señor yo te amo, es vivir su palabra, es vivir la plenitud del evangelio, es estar atento a la escritura sagrada y mirar qué me está pidiendo Dios, no solamente es leer por leer u oírla a través de una predicación, sino ponerla por obra, pues esto es lo que a él le agrada.

Mi querido lector, amar a Dios implica cumplir con lo que él nos ha ordenado en la biblia, ella tiene poder para transformar nuestras vidas, ella es la que puede hacernos unos verdaderos discípulos de Cristo.


Veamos otro ejemplo. El mesías nos dice;

no améis al mundo ni las cosas que están en el mundo" (1 Juan 2:15-17)

pero ¿por qué como creyentes dejamos que nuestra mirada se vaya a lo que el mundo ofrece y no a lo que el Señor dice en su palabra?,

lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del padre sino del mundo.¿ por qué pues lo hacemos? El mundo no nos conoce porque no conoce a Dios (1 Juan 3:1)

y nosotros somos hijos de Dios, el que dice que conoce a Dios y no guarda sus mandamientos el tal es mentiroso y la verdad no está en él pero el que guarda su palabra en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por eso sabemos que estamos en él, el que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.(1 de Juan 2:4-6).

Juan dejó evidencia de las palabras sagradas de Jesús y nos lleva a meditar en ellas pues para eso quedaron consignadas para que comprobemos si estamos amando al Señor de una forma veráz o si es solo de boca, recordemos que el Señor escudriña la mente y el corazón (Jeremías 17:10), él sabe todo de nosotros a él no lo podemos engañar ni puede ser burlado (Gálatas 6:7).

No te mientas diciendo que amas a Dios pero vives de forma pecaminosa sin renunciar a lo que a Dios le desagrada, cuán equivocado estás, ¡detente!, Dios nos pide obedecer, es una orden, debemos hacerlo cueste lo que cueste, amarlo de la manera que él quiere, no a la medida nuestra, sino a la medida de él, sin embargo esto no lo hacemos por nuestra propia cuenta ni por nuestros propios esfuerzos si no por el Espíritu de Gracia que mora en nosotros, él es quién nos ayuda en nuestras debilidades y nos guía para ser las personas que nuestro padre quiere que seamos. Ten presente esto, el amor a Dios, se refleja en que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos (1 de Juan 5:3).


Te dejo esta inquietud, la humanidad entera no cree a un amor que solo se expresa con palabras pero que sus acciones están lejos de demostrarlo.

¿Cuánto más nuestro Padre Eterno no creerá a un amor que tenga como resultado una vida de desobediencia e ingratitud?


Gracia y paz sobre sus vidas.



 


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